Que la vida son dos días y que sólo se vive una vez son dos afirmaciones que no pienso discutir… y más viendo lo que puede llegar a correr un calendario, y más viendo que cuanto mejor estás más aceleran las agujas del reloj, y más siendo consciente de que tus actos y decisiones van marcando los cruces y destinos que encuentras en tu camino… Tampoco es imprescindible intentar hacer muchas cosas, sino hacer las que realmente te apetecen, las que no quieres dejar en el tintero, las que sabes que van a hacer de tu vida un lugar mejor… Se trata de tener una lista de cosas por hacer que nunca mengüe, pero no porque no vayas haciéndolas, sino porque constantemente vayas apuntado cosas nuevas… porque cuanto más haces más te apetece hacer… porque no vale imponerse un freno, no vale resignarse… para eso ya está la propia vida, que a veces te lastra y hasta te encadena, e intenta cortarte las alas… No siempre es fácil estar despierto y lúcido para saber ele...
gir, de hecho la mayor parte del tiempo nos rodean condicionantes y accesorios que no nos dejan ver con claridad ni determinar un orden de prioridades coherente… Y también están los miedos, tan humanos como a veces irracionales, pero en muchos momentos justificables… y son esos miedos los que en ocasiones te atenazan y no te dejan moverte aunque tengas claro el camino que quieres seguir, la ruta que te piden tu corazón, tu cabeza y tu instinto… el problema es que por regla general no suelen ponerse los tres de acuerdo, y si no te empujan en la misma dirección empiezas a descompensarte y a no saber a quién atender… A fin de cuentas, creo que en determinados momentos de tu vida no te queda otra que ser un poco egoísta y pensar sólo en ti, bien porque hagas lo que hagas tus actos tendrán repercusión en uno u otro sentido, o bien porque el abanico de posibilidades es confuso y con resultados impredecibles… y en esos casos lo mejor es intentar ver las cosas desde fuera, despojarse de la racionalidad condicionada y ser aséptico con tus sentimientos… y lo bonito que suena y lo fácil que es decirlo y lo sencillo que parece, ¿verdad?...
De Historias de la Alameda.
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