Será cuando los almendros palidezcan de pena.
Cuando el viento traiga aroma de jazmines y de
hierbabuena.
Cuando las tardes sean
largas,
cuando la luna esté
llena.
Y habrá una vela
encendida,
una vela roja
como roja será la llama que alumbrará el
momento.
Será junto al romero en
flor,
al abrigo de los
troncos,
perdidos entre las
madreselvas,
y lloverá aquella
noche,
porque será cuando
llueva,
mirándonos a los ojos,
y no habrá palabras.
Será cuando los ángeles alcen sus
trompetas,
cuando esta música que
suena,
ahora sólo en mi interior,
la oigas tú y la oiga yo,
y al son de ésa música que suena,
mirando las almas blancas de las flores,
se quebrará la agonía y se convertirá en
caricia.
Será cuando el tiempo se
pare,
en el último
instante,
en el aire,
cuando no haya nadie.
Será, mi amor,
cuando tú quieras.
Ignacio Bermejo Martínez
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