Y ahora, aquí está frente a mí.
Tantas luchas que ha costado,
tantos
afanes en vela,
tantos bordes de fracaso
junto a este esplendor
sereno
ya son nada, se olvidaron.
Él queda, y en él, el mundo,
la rosa,
la piedra, el pájaro,
aquéllos , los del principio,
de este final
asombrados.
¡Tan claros que se veían,
y aún se podía aclararlos!
Están
mejor; una luz
que el sol no sabe, unos rayos
los iluminan, sin
noche,
para siempre revelados.
Las claridades de ahora
lucen más que
las de mayo.
Si allí estaban, ahora aquí;
a más transparencia
alzados.
¡Qué naturales parecen,
qué sencillo el gran milagro!
En esta
luz del poema,
todo,
desde el más nocturno beso
al cenital
esplendor,
todo está mucho más claro.
Pedro Salinas.
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