Granada, calle de Elvira,
donde viven las manolas,
las que se van a la
Alhambra,
las tres y las cuatro solas.
Una vestida de verde,
otra de
malva, y la otra,
un corselete escocés
con cintas hasta la
cola.
Las que van delante, garzas
la que va detrás,
paloma,
abren por las alamedas
muselinas misteriosas.
¡Ay, qué oscura
está la Alhambra!
¿Adónde irán las manolas
mientras sufren en la
umbría
el surtidor y la rosa?
¿Qué galanes las esperan?
¿Bajo qué
mirto reposan?
¿Qué manos roban perfumes
a sus dos flores
redondas?
Nadie va con ellas, nadie;
dos garzas y una
paloma.
Pero en el mundo hay galanes
que se tapan con las hojas.
La
catedral ha dejado
bronces que la brisa toma;
El Genil duerme a sus
bueyes
y el Dauro a sus mariposas.
La noche viene cargada
con sus
colinas de sombra;
una enseña los zapatos
entre volantes de
blonda;
la mayor abre sus ojos
y la menor los entorna.
¿Quién
serán aquellas tres
de alto pecho y larga cola?
¿Por qué agitan los
pañuelos?
¿Adónde irán a estas horas?
Granada, calle de
Elvira,
donde viven las manolas,
las que se van a la Alhambra,
las
tres y las cuatro solas.
Federico García Lorca
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