domingo, 14 de octubre de 2012

LA DE CONVERSACIONES...

La de conversaciones no terminadas o no tenidas que arregla uno cuando va sólo por la calle... porque lo de ir hablando solo por la calle no es cosa de algún que otro loco... todos, alguna vez en un solitario paseo, hemos dado con la contestación adecuada que no supimos dar en su momento... o hemos planeado lo que le íbamos a contar a quien fuera con quien tuviéramos que hablar... Eso sí, una cosa es ir ensimismado en tus conversaciones contigo mismo mientras andas o el bus te lleva a tu destino, y otra es empezar a gesticular como si tuviéramos enfrente a nuestro interlocutor... porque esas cosas pasan... que alguna vez nos hemos descubierto asintiendo con la cabeza o poniendo cara de "¿ves?... y ahora, ¿qué?"... o nos hemos ayudado con algún gesto de brazos o manos para recalcar nuestros argumentos... Y cuando uno se da cuenta de eso, intenta disimular mientras mira a su alrededor para ver si había alguien espiando la conversación... para ver s...
í alguien se había coscado de lo importante del diálogo que estaba teniendo lugar en plena calle... y es ahí cuando unos giros de muñeca de la mano que usábamos para gesticular y un repetido abrir y cerrar de dedos, haciendo así como si nos hubiera dormido o tuviéramos alguna molestia, es una socorrida maniobra para salir del paso... Pero por mucho que alguna vez nos haya pasado esto, no dejamos de fijarnos en quienes vemos hablando solos por la calle... Claro está, que hay algunos y algunas que son para fijarse... Sin ir más lejos, yo tengo una vecina que cuando va por la calle no sé si habla sola o repasa lo aprendido en las clases de karate, porque los brazos no paran quietos.. y hace cosas raras, como si fuera a romper los típicos ladrillos o a partir una sandía por la mitad de un manotazo... Está también el que acompaña su apasionante discusión con onomatopeyas o sonidos guturales... ¡ja!... bufff... ¡bah!... humm... o quien va hablando bajito pero pronunciando perfectamente y hasta se responde a sus argumentos en voz alta... de hecho yo conozco a gente que ha llegado a perder una discusión consigo mismo y hasta ha dejado de hablarse un tiempo... No sé si se trata de intentar arreglar lo que no se consiguió en su momento, o de prevenir lo que pueda pasar en determinada situación, pero hay veces que los diálogos que mantiene uno de puertas corporales para adentro son apasionantes, e incluso da coraje cuando se cae en la cuenta de que son fruto de nuestra imaginación o del efecto de cualquier sustancia natural o no... y de que nunca tuvieron lugar y puede ser que nunca ocurran...
 
                     De Historias de La Alameda

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